viernes, 28 de diciembre de 2012

Guillermo Heredia: La centella de Versalles

El joven pelotero matancero se hace camino con sus cualidades atléticas.
Por Guillermo Rodríguez Hidalgo-Gato, estudiante de Periodismo
Lo más difícil en el béisbol es batear. Pero, si además de tener pólvora en el madero, posees velocidad, tacto, buena defensa y certero brazo, entonces puedes considerarte un hombre de “cinco herramientas”. Esas son las características de Guillermo Heredia Molina, quien con solo 21 años es uno de los peloteros más completos del país.
En una visita realizada al Palacio de los Cocodrilos, Guillermito, como cariñosamente lo llaman sus familiares y vecinos del barrio de Versalles, accedió dialogar con los lectores de GIRÓN. Su sencillez y naturalidad fueron las cualidades que más me impresionaron.   
Minutos antes de comenzar el primer juego frente a Las Tunas, le propongo entrevistarlo, claro, en otro momento porque estaba entrenando para el choque. A la petición respondió sin titubeos ¡Ahora, estoy dispuesto!

 Nos dirigimos al Club House donde le lanzo la primera bola, al estilo de Noelvis Hernández, el lanzador que más difícil le resulta, para indagar sus inicios en el béisbol. “Mi papá era pelotero, con apenas seis años me llevaba con él, así comienzo a jugar béisbol. Fue mi principal entrenador, siempre hablaba conmigo, me daba consejos y me enseñó la forma en que se debe jugar a la pelota”.
Heredia nunca probó suerte en otro deporte, la sangre de pelotero le venía de muy cerca. A la interrogante de por qué batea a la derecha y fildea a la zurda, señala con una pícara sonrisa: “Eso no lo sé, desde pequeño me paraba a batear a las dos manos. Cuando llego a la Serie Nacional me aconsejan quedarme a la derecha, pues de esa forma tenía mayores posibilidades ofensivas”.
El diálogo tomaba ritmo a medida que avanza, Heredia respondía cada interrogante con la misma soltura que sale al campo de juego. Esquiva la mirada, como si quisiera borrar momentos difíciles, expresa “cuando niño pasaba trabajo para integrar los equipos porque no tenía un buen somatotipo”. 
Según su madre Olga Gladys, de joven era bastante introvertido y lo único que prefería era estar detrás de su papá con un guante y una pelota. 
En los raticos que le da el béisbol los trata de aprovechar al máximo. “Me gusta escuchar música, jugar computadora, conversar con mis amistades y pasarme el mayor tiempo posible con mi esposa.”
Casi al final pongo a prueba su tacto con una slider hacia la esquina lejana: la fama puede considerarte superior a los demás. “Eso nunca me va a suceder, uno tiene que saber de dónde viene, yo pasé bastante trabajo para llegar hasta aquí”.
El hombre proa de la nave de Víctor toma el madero, se dispone a embasarse por cualquier vía. Antes de dirigirse al cajón de bateo quiere enviarles un mensaje a los matanceros “Sigan apoyándonos que en esta serie vamos por el título, la aspiración no puede ser otra”.


Lo más difícil en el béisbol es batear. Pero, si además de tener pólvora en el madero, posees velocidad, tacto, buena defensa y certero brazo, entonces puedes considerarte un hombre de “cinco herramientas”. Esas son las características de Guillermo Heredia Molina, quien con solo 21 años es uno de los peloteros más completos del país.
En una visita realizada al Palacio de los Cocodrilos, Guillermito, como cariñosamente lo llaman sus familiares y vecinos del barrio de Versalles, accedió dialogar con los lectores de GIRÓN. Su sencillez y naturalidad fueron las cualidades que más me impresionaron.   
Minutos antes de comenzar el primer juego frente a Las Tunas, le propongo entrevistarlo, claro, en otro momento porque estaba entrenando para el choque. A la petición respondió sin titubeos ¡Ahora, estoy dispuesto!

 Nos dirigimos al Club House donde le lanzo la primera bola, al estilo de Noelvis Hernández, el lanzador que más difícil le resulta, para indagar sus inicios en el béisbol. “Mi papá era pelotero, con apenas seis años me llevaba con él, así comienzo a jugar béisbol. Fue mi principal entrenador, siempre hablaba conmigo, me daba consejos y me enseñó la forma en que se debe jugar a la pelota”.
Heredia nunca probó suerte en otro deporte, la sangre de pelotero le venía de muy cerca. A la interrogante de por qué batea a la derecha y fildea a la zurda, señala con una pícara sonrisa: “Eso no lo sé, desde pequeño me paraba a batear a las dos manos. Cuando llego a la Serie Nacional me aconsejan quedarme a la derecha, pues de esa forma tenía mayores posibilidades ofensivas”.
El diálogo tomaba ritmo a medida que avanza, Heredia respondía cada interrogante con la misma soltura que sale al campo de juego. Esquiva la mirada, como si quisiera borrar momentos difíciles, expresa “cuando niño pasaba trabajo para integrar los equipos porque no tenía un buen somatotipo”. 
Según su madre Olga Gladys, de joven era bastante introvertido y lo único que prefería era estar detrás de su papá con un guante y una pelota. 
En los raticos que le da el béisbol los trata de aprovechar al máximo. “Me gusta escuchar música, jugar computadora, conversar con mis amistades y pasarme el mayor tiempo posible con mi esposa.”
Casi al final pongo a prueba su tacto con una slider hacia la esquina lejana: la fama puede considerarte superior a los demás. “Eso nunca me va a suceder, uno tiene que saber de dónde viene, yo pasé bastante trabajo para llegar hasta aquí”.
El hombre proa de la nave de Víctor toma el madero, se dispone a embasarse por cualquier vía. Antes de dirigirse al cajón de bateo quiere enviarles un mensaje a los matanceros “Sigan apoyándonos que en esta serie vamos por el título, la aspiración no puede ser otra”.


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