Cuanto se lee y escucha acerca del
enorme gasto en que incurrieron los pretendientes republicanos y el reelecto
inquilino de la Casa
Blanca, el demócrata Barack Obama, en las elecciones
legislativas y presidenciales de Estados Unidos del 6 de noviembre último,
resulta inexplicable y, a la vez, una burla para los millones de seres humanos
en extrema pobreza.
Estos se preguntan cómo es posible que unos pocos derrochen
cuantiosísimas sumas de dinero mientras poblaciones enteras, como Haití y de muchas
otras naciones, en particular de África, mueran por falta ayuda alimenticia,
atención médica, plazas laborales y de otras necesidades fundamentales para sobrevivir.
Es posible que quienes difundan
por el mundo la hipócrita mentira en favor de los derechos humanos y protección
de los pueblos, como hicieran en Libia valiéndose de una bárbara y enjundiosa
guerra mediática, que tratan de repetir en Siria, llenen sus arcas de dinero
para devenir señores del imperio y olviden lo más elemental de la Naturaleza: a sus
propios congéneres.
Sí, es posible, porque para el afro-norteamericano Obama y compañía,
sean de uno u otros partidos políticos, lo principal es su absurda y burda
política, dirigidos como marionetas por quienes ostentan el mandato en la
nación norteamericana: el poder de la industria militar, judicial, legislativa
y demás para gobernar a su antojo y decidir qué hacer, cuándo y dónde.
El actual presidente estadounidense, por ejemplo, de 760 millones de
dólares recaudados y empleados en las anteriores elecciones para derrotar al
republicano John McCain, se estima llegó en esta ocasión a los ¡mil millones!
en contribuciones, dio a conocer el Centro de Política Responsable, según
reconoció mediante Notimex.
Si los comicios del 2008 costaron la exorbitante suma de cinco mil
millones de dólares, la próxima, refleja la mencionada entidad, ascendió a
¡seis mil millones! y pudiera quedarse corta esta cantidad, según los sondeos
de especialistas en el tema.
Puede un presidente de Estados
unidos ocuparse de la pobreza de su propio pueblo, donde hay millones de niños,
jóvenes, adultos diseminados por todos los estados de la Unión sin alimentos, techo y
empleo, incluso carentes de seguros médicos, cuando en su mira solo está
agenciarse cada día más dinero para ostentar poder y devenir el rey del mundo.
Si eso ocurre en la patria de George Washington y Abraham Lincoln, qué
quedará para los demás países como no sea servir de fuente de saqueo y guerras
para escamotearles sus recursos de todo tipo para beneficiar a la opulencia de
los grandes consorcios, los que hicieron grandes erogaciones a favor de las campañas
políticas de unos u otros aspirantes legislativos y presidenciales.
No serán estos abominables hombres ricos quienes libren a la humanidad
de sus males; serán los hombres y mujeres de cada pueblo del mundo, sobre todo
los más explotados, humildes, pobres, como los Indignados de Nueva Cork,
Grecia, España y de otras muchas latitudes, quienes más tarde que nunca acaben
con estos ricos que, como los otros, también nacieron desnudos, y se
enriquecieron con el sudor y propiedades ajenos.
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