jueves, 13 de junio de 2013

Matanzas: Homenaje a un Gran Campeón, Teófilo Stevenson

Con frecuencia Fidel dialogaba con el Campeón Universal.
La impronta de Teófilo está en cada atleta y gimnasio.
Al boxeador leyenda y tricampeón olímpico, Teófilo Stevenson, el pueblo de la provincia de Matanzas lerindió merecido homenaje póstumo al cumplirse este 11 de junio el primer aniversario de su desaparición física.
El más grande de los pugilistas cubanos de todos los tiempos como amateur dejó una estela de éxito que llevó el nombre de su amada Patria cubana al pináculo de la gloria. Lo confirman sus títulos en las Olimpiadas de Munich (1972), Montreal (1976) y Moscú (1980).
Por ello fue recordado con cariño y respeto en escuelas, centros laborales y, en particular, en instalaciones deportivas del territorio, donde se le dedicaron matutinos especiales para hablar de su vida y obra durante los 60 años de existencia.
En el Museo Palacio de Junco, de la ciudad de Matanzas, fueron develadas fotos y se le dedicó la Muestra del Mes ante la presencia de boxeadores que por años con él compartieron el cuadrilátero en escenarios nacionales e internacionales.
Entre los asistentes se hallaban Yosvany Vega, subcampeón mundial de boxeo, y Benigno Junco, titular del I Torneo Nacional Playa Girón. Los también glorias deportivas Fernando Sánchez, Evelio Hernández, José Estrada, Dámaso Alfonso y Luis Alberto Pérez Rionda. Acudieron, además, alumnos y profesores de la Escuela de Iniciación Deportiva Luis Augusto Turcios Lima.

El Campeón Universal, como solían llamarlo, nació en el ingenio azucarero Delicia, Puerto Padre, provincia de Las Tunas, el 29 de marzo de 1952. Medía 1.97 metros y llegó a pesar 93 kilogramos.
Se le reconoció su pegada demoledora, desempeño en el cuadrilátero, e inusuales movimientos en contraste con su agigantada estatura. También distinguió en él la caballerosidad dentro y fuera del escenario competitivo, atributo por el que mereció del Trofeo Fair Play (Juego Limpio). Gustaba, asimismo, de dialogar y jugar con los niños. 
En su historia personal se inscribe, además, que, como boxeador supercompleto, fue respetado y temido, y, sobre todo, su amor a Cuba y a sus coterráneos. Por ello renunció a pasar al profesionalismo y ganar millones de dólares: "prefiero el cariño de millones de cubanos", manifestó en múltiples ocasiones.
Al citársele no podrá pasarse por alto el proyectado combate de él exmonarca profesional Cassius Clay (Muhhamad Ali), quien se definía como "el más grande" de ese momento. Previstos con reglas especiales, se consideró en el momento como la posible pelea del siglo, que jamás llegó a efectuarse porque el norteamericano no aceptó lo dispuesto por las federaciones internacional amateur y profesional.
La pérdida física del Campeón, como también solía llamarse cuando se hablaba de Stevenson,  constituyó un duro golpe para el movimiento deportivo cubano, el boxeo y para toda Cuba y allende sus fronteras, pero hoy muchos siguen su ejemplo, del que surgirán nuevos monarcas olímpicos, mundiales y panamericanos. Su impronta está en cada gimnasio y combate presente y futuro.

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